EVA


Ser una Najmarabic

Mi nombre es Eva y tropecé con la danza oriental casi de casualidad, como pasa con las mejores cosas que te ocurren en la vida. Os explico, soy bióloga, para más inri doctora en microbiología de plantas, que aunque suene muy rimbombante, al final lo que pasa es que estas un montón de años haciendo algo que te apasiona pero que es completamente absurdo para los de la oficina del INEM. Así que cuando terminé la tesis, más quemada que el Tirilla, me decidí a probar fortuna en el mundo terrenal y por consiguiente entrar al mercado laborar según las listas de trabajos de mi oficina de desempleo. Esto no quiere decir que el trabajo me lo encontraran ellos, por favor que locura!!, el trabajo me lo sugirió mi hermana que estaba en esa empresa desde hacía unos años. Total, que me llamaron para hacer un cursillo preparatorio de teleoperadora de Digital Plus, ahí es ná. Conmigo entraron al curso unas 15 personas que conectamos bastante bien. Un día, cuando ya estábamos en nuestro puesto de trabajo, una compañera de ese cursillo nos dijo a unas pocas, “Oye, me he enterado que dan clase de baile del vientre, muy baratitas, al lado del viejo matadero, en Cruz de Humilladero”. Yo pensé: “es que…baile del vientre…no sé…” y arrugué la nariz como diciendo ufff!! ….Mi amiga insistió y me dije bueno vamos a ver qué es eso, no se pierde nada por probar, además me encanta bailar. Así que un grupito de teleoperadoras nos plantamos en las clases de Esther, por casualidad.

Entramos y Esther se nos acercó sonriente, Hola ¿vais a probar una clase?, Si claro, respondimos. Yo me dije, vaya qué joven, simpática y menudita, empezamos bien. Ella empezó a enseñarnos ejercicios de calentamiento…”va bien, va bien”. Nos empezó a enseñar lo básico de lo básico y al verla bailar pensé dos cosas, una que baila como una ninfa del bosque y otra que yo nunca iba a bailar ni la mitad de bien. Éramos ortopédicas, todo nuestro cuerpo era un solo bloque soldado y único, ¡madre mía! que mal nos movíamos, pero la música, el ritmo, el buen ambiente de las compañeras de clase y Esther me cautivó. Al final mis compis teleoperadoras se aburrieron a las pocas clases y yo me quedé, allí conocí a Miriam y a Marta que hoy en días son unas de mis mejores amigas. A parte de nuestro turno de clases había otro con alumnas más avanzadas, eran las Najmarabic. Nosotras las veíamos como miran los niños de primero a los alumnos de los últimos cursos, una mezcla de admiración y envidia. Pasaron varios años y por motivos de trabajo me ausente durante dos años en los que intenté no perder el contacto. Cuando volví, Marta me dijo que las clases se habían trasladado a otro sitio, así que ahí me planté yo con unas ganas locas de volver a bailar con Esther. ¡Ya estábamos todas juntas!, al principio no daba pie con bola, no retenía los pasos, la técnica era muy deficiente, santo cielo, que mal!. Poco a poco me fui otra vez acostumbrando a los pasos y ¡qué bien me lo pasaba!. Un día Esther nos vino diciendo: “…vamos a participar en Málaga Baila y os estoy preparando una core chulísima, venga que hay que aprender a tirarse de espalda…”, Madre mía, era la primera vez que me preparaba para participar en un espectáculo donde la gente había pagado una entrada de un precio considerable. Nos lo tomamos muy en serio, ensayábamos varias veces por semana y un día una compi dijo algo como !!Viva las Najmarabic!!! Y pregunté, ¿yo también?. Me miraron sorprendidas y dijeron Pos claaaaro. Fue uno de los días más felices de mi vida. Desde entonces ser una Najmarabic implica tener verdaderas amigas que están a las duras y a las maduras, disfrutar bailando juntas y superar la más difícil de las barreras, es decir, nosotras mismas.

Un beso enorme y ¡!!!Viva las Najmarabic!!!!



1 comentario:

Anónimo dijo...

Una dulzura de chica, con una técnica impecable!