pequeño golpe que recibí cuando estaba parada en un semáforo. El resultado fue mi Ford
Orion para el desguace y un esguince cervical. Los médicos, tras el reposo recomendado, me
indicaron lo importante de fortalecer la espalda con un ejercicio moderado. Y poco después
estaba escuchando a una amiga que se había apuntado a recibir clases de Danza Oriental y que
aseguraba ser realmente bueno para la espalda pues se realizaban ejercicios de control
postural.
Recuerdo que fue unos cuatro meses después de empezar las clases cuando… ¡sentí que la
cadera ya parecía ir en la dirección que le ordenaba mi cabeza! Y cuando me quise dar
cuenta… me sentí atrapada. Ya no sólo me lo pasaba bien durante las clases sino que también
sabía poner mejores poses para las fotos, andaba con más elegancia, me sentía más femenina,
e incluso ¡había crecido un par de centímetros! Bueno, realmente lo que pasó es que empecé a
corregir la postura. También me recuperé del cuello y pude conocer a bellas mujeres
compañeras de la danza.
Con el tiempo, cuando empecé a bailar en grupo ante el público, me sentí más fuerte, más
capaz. Y aprendí poco a poco a controlar esos nervios que se sienten cuando vas a salir al
escenario. Eso me llevó a conseguir estar delante de un tribunal de magisterio con seguridad,
con confianza (y muuuuchas horas de estudio y preparación, por supuesto) y a conseguir una
plaza.
La vida trae complicaciones y no siempre he podido practicar la Danza Oriental con regularidad
pues mi profesión docente me llevó por la geografía andaluza y me alejó de la familia, el hogar
y la danza, así como de mis compañeras, que se habían convertido en amigas… Pero siempre
estuve haciendo un esfuerzo por seguir conectada. Y así fue como, disfrutando por fin de un
destino en Málaga, pude volver junto con mis amigas de la danza a las clases.
Y nació la Asociación Najmarabic, gracias al gran esfuerzo de unas y… a las ganas de seguir
bailando, de seguir juntas, de conocer gente nueva, de bailar mejor, de compartir momentos
alegres, risas y abrazos…, de otras. Así fue como me vi rodeada de grandes mujeres,
inteligentes, fuertes, luchadoras, con ganas de VIVIR con mayúsculas, que saben
perfectamente que el cuerpo está para desgastarlo y que compartir momentos y experiencias
con los demás nos lleva a ser más felices. Con ellas he encontrado además de un grupo de
amigas, mujeres de las que puedo aprender, tengan la edad que tengan, y que crece día a día.
Creo sinceramente, que la Asociación Najmarabic es única, porque no sólo promueve cultura,
sino grandes valores que necesitan ser fomentados en nuestra sociedad: respeto y amor.
¡Soy una chica Najmarabic!
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