jueves, 16 de enero de 2020

La danza del vientre: el arte divino de ser

La danza del vientre: el arte divino de ser

Por Rosenda, danzarina y profesora de Danza del Vientre y Danza Intro

Bailar la danza del vientre es vivir en las estrellas, 
tener el sol en el pecho y ser luna serena.
Hacerte montaña
y de fuego,
tierra fértil,
agua clara y romero
como un eterno te quiero.

Un camino de encuentros, un acuerdo del alma,
un tesoro que brilla,
un abrir de ventanas, puertas que se abren, miedos que se apagan,

la niña que juega, la que salta,
la mujer que goza, la que ama,

la que grita,
la que se enfada,
la que ríe,
la que canta,
la que llora,
la que calla,
la princesa y la hada.
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Luz, poesía, alegría.
Movimiento eterno, danza sagrada. Ven te recibo, abro mis alas.
¡Inunda mi cuerpo de magia! ¡Llévame en tu vuelo para desaparecer, y fúndeme en la nada!
¡Enraíza mis pies
y bájame a la tierra que quiero florecer! ¡Báilame!
¡Báilame siempre,
que quiero ser bailada!
¡Toma mi vientre, mis pechos!
¡Gíralos! ¡Gírame!
¡gírame mucho, eternamente!

Abandono mi cuerpo para recibirte. Me entrego a la vida y a la pasión,
a la alegría de poder festejar el cuerpo, al fin libre de sentir lo que soy.
No hay nada tan bello
como ser uno mismo,
ni tan gratificante
como el expresarlo,
de ahí las manos, los brazos, la cara,

las formas, el alma.
¡Hay danza, muchas gracias!
Gracias por mostrarme a la diosa dormida y despertarla,
por guiar los pasos hacia mi maestro. Por hacerme más sabia,
más humilde, más amada.
Gracias danza del vientre
Mil y una gracias.



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